jueves, 15 de diciembre de 2016

Una ojeada (y última) al núm. 0 de Tebeosfera


Ante el inminente estreno de la nueva superproducción de la revista web Tebeosfera que se dedicará a "¿lo qué cosa?", toca echarle un último vistazo a la que ha sido primera entrega de una nueva época para el proyecto, su sitio web, el alcance y las posibilidades del Gran catálogo de la historieta, así como quizás de la asociación cultural misma que lo sostiene.


En cuanto a la revista, esta me parece se presenta de un modo simple a la par que atractivo respecto a su etapa anterior. Permitiendo ahora acceder a sus contenidos a partir de viñetas mediante una agrupación de estas en tres apartados distintos: con una sección monográfica de artículos sobre un tema concreto y un apartado exclusivamente dedicado a reseñas (no necesariamente de tebeos o sobre historieta), entre los que media una segunda sección con artículos que no se ajustan al eje temático del número reunidos bajo el epígrafe de miscelánea. Lo que es muy adecuado al añadir variedad, pues ni siempre le va a interesar a uno el que pueda ser tema central en todas las entregas de la revista. En ese sentido, como apartado específico que son, también las reseñas van a permitir que los lectores fondeemos alrededor de esta publicación teórica dedicando siquiera sea un instante a leer una de esas críticas. Que por tratarse comúnmente, supongo, de una novedad o de un tebeo de relumbrón a todo el mundo interesa siempre conocer. Creo que no es del todo descartable que se convirtiesen las reseñas en un muy buen escaparate incluso para los ignotos y desconocidos libros de historietas que se publican en catalán, euskera y gallego, sobre los que todavía resulta tan difícil conseguir cualquier mínima información en español dentro de internet. O al menos ese sería mi deseo. Al que podrían añadirse autopublicaciones varias y fanzines, de noticia siempre incierta y, por ello, también de difícil adquisición.
En un principio puede parecer que la portada se presenta algo anódina respecto a su aspecto anterior. Pero sin duda resulta al revés a poco que uno se fije en toda esa información a la derecha de su pantalla: con la posibilidad de acceder directamente desde allí a las redes sociales, los distintos catálogos y búsquedas, y el seguimiento de la actualidad que permiten los titulares del Tebeorama. Por no hablar del escalofrío de placer que se experimenta a cada consulta del sitio de Tebeosfera viendo como hay siempre disponible una última imagen con una nueva catalogación o novedad editorial que puede ser consultada sólo con hacer clic sobre ella. La agenda de concursos y festivales, el obituario, las encuestas, y las recomendaciones de lectura a modo de obras destacadas.
Y es que por fin se ha conseguido integrar la revista web y toda Tebeosfera.
Ahora, por ejemplo, uno puede desplegar a voluntad todos los contenidos de la revista pulsando sobre el signo + que encabeza cada apartado. Igualmente se pueden ocultar mediante el signo - todas las viñetas de una de las secciones para dejar a la vista aquella que más interese en un momento concreto. Recordemos los malabarismos que antes eran necesarios para encontrar un artículo cualquiera dentro de un número de la revista, siempre sepultándose unos sobre los otros a medida que eran publicados, con lo que acababa resultando más rápido abrir directamente el índice completo con todos los títulos de los artículos que colocar el cursor sobre la ventana de la portada del propio número para poder ver títulos y más títulos subiendo o bajando como en una noria. Y tú haciendo de burro para moverla y a la vez acertar entonces a pulsar sobre alguno de ellos. Aunque eso sólo si eras capaz de recordar el título concreto del artículo que estabas buscando, o el nombre de su autor, en caso contrario ya podías prepararte para echar horas rebuscando. Que tampoco estaba mal si es que al final acababas leyendo otro texto en el que quizás todavía no habías reparado.
Yo alguna vez hasta creí estar en medio de un sembrado a la rebusca de patatas. En cambio ahora... Qué descanso el nuevo sistema a partir de viñetas, acertaría a pulsar sobre el artículo deseado incluso sin gafas. —La cosa les salió a prueba de rompetechos.
Pero no nos quedan más que unas cuantas horas a bordo de este número:

El editorial obviamente ha servido para presentar la nueva etapa de Tebeosfera. Insistir en los objetivos y valores que su asociación persigue, avisando a su vez de las nuevas posibilidades a la barriga de la cultura gráfica. Con el asunto mi.Tebeosfera de por medio; que hará quedar en nada al caballo de Troya en cuanto se levante sobre sus tres patas: a las fichas de no pocas publicaciones les acabrá saliendo el ombligo hacia afuera, y, pronto, aumentarán los números de muchas de las colecciones. Algunos patios arderán, se cambiarán rotulos y fechas, tendrán nuevas y mejores imágenes de portada y mayor información gracias al caballito de mi.Tebeosfera. Un proceso que podría resumirse con un: "Aquiles era un youtuber, y lo sabes".
Por cierto, que para leer el editorial hay que pasar el cursor justo en el espacio que media entre este y la sección monográfica. (Les ha quedado de momento medio invisible, a mitad del microverso y la zona fantasma.)

EDITORIAL PARA TEBEOSFERA Tercera época núm. 0

La sección monográfica de este número viene a ser no del interés exclusivo de investigadores, críticos y aficionados, sino también muy especialmente de quienes trabajan, comercian o informan alrededor de todo que tenga que ver con los tebeos y la historieta. A los autores por disponer de una aproximación a los tipos de formatos y obras que se están publicando en España, por ejemplo, así como otros datos que pueden auxiliarles a la hora de tratar de tomar la decisión de orientar sus proyectos hacia un público u otro. Dentro de nuestro mercado o hacia afuera. De modo semejante, los editores bien pueden fijarse en los países de procedencia de las obras que editan sus competidores y hacer cabalas para pescar nuevos títulos con que acrecentar sus catálogos en tierras explotadas por otros con anterioridad, o bien descartarlas definitivamente. Además de tomar nota e intentar sorprender, quizás en un futuro cercano, con la recuperación de formatos y modelos en desuso. Tratando así de conseguir cierta singularidad para alguna de sus líneas. Qué sé yo... ¿tebeos troquelados, tebeos diminutos? ¿La vuelta del erotismo? ¿Tebeos de 200 páginas de las que menos de la mitad sean realmente de historieta?
Lo qué falta o sobreabunda ya en algún modo dentro el mercado historietístico español y puede ser objeto por ello del interés o el desinterés del público consumidor.
Está claro que para muchos de los periodistas que escriben, o tienen que escribir o chingar de historieta alguna vez, la lectura de esta sección podría servirles incluso para dejar de dar vergüenza.
En lo que toca a los libreros, seguro que estos ya tienen una idea clara de lo que venden y pueden seguir vendiendo. Que poca ayuda necesitan en este sentido, y no hay moda que se les atragante. Nadie les venderá una moto que no puedan vender ni van a ponerse a soltar escopetazos a las puertas de sus locales esperando a que pase un cerdo volando. Pero sin duda encontrarán interesante ver qué se mueve y publica en otras lenguas distintas del español pertenecientes al estado, cifras de novedades, los tipos de colecciones, el número de lanzamientos por meses, y otros muchos datos que aun conocidos por estos profesionales podrán apreciar aquí de una sóla vez. Comparando así su propia experiencia y conocimientos con los resultados de las tablas estadísticas.

La industria de la historieta en España en 2015

Se ha incluido el ya conocido como Informe anual de Tebeosfera, correspondiente al año 2015, que para mí es como hacer palomitas en el desierto bajo una sombrilla con los pies al sol, por lo que de terrible tiene comprobar hasta que punto resulta diminuta hoy por hoy la producción historietística en Galicia. No es de mi gusto, sino más bien al contrario. Sin embargo, como achatado defináptero que nada al costado de esa balsa melusina estoy sometido a los picotazos de un entusiasmo permanente en los asuntos que tocan a la Banda Deseñada (con mayúscula inicial para cada una, "¡Graciñas!"; qué bochorno escuchar esta palabreja...) y sin este informe igual hasta acababa creyendo en la existencia de un dios católico y lector de novelas gráficas. Aunque para mí lo realmente interesante ha sido, como cada año desde que este premio existe, y me refiero al informe, cotillear la procedencia de las obras que se publican en España. Y las variaciones que experimenta el mercado en este aspecto tan específico de nuestra croqueta editorial. Que ni creo que lleve jamón serrano ni nada.
Recomiendo respecto al informe 2015 reparar en el apartado dedicado a esas publicaciones que más o menos quedan fuera de lo que llamamos tebeos, y que asolan los quioscos, aunque a veces apenas sí incluyan historietas, pero que constituyen de todos modos una curiosidad más que una molestia. Por lo menos del mismo interés que las series de libros infantiles y juveniles tales como Futbolísimos, por nombrar lo más conocido entre esa especie de nuevos pero muy viejos tebeos:

"Las publicaciones con historietas han experimentado un leve crecimiento en el transcurso de los últimos años, pero han descendido levemente en 2015. Este tipo de publicaciones son un modelo explotado en los quioscos sobre todo por Panini Revistas y Bauer, que ofrecen publicaciones de contenido variado con alguna historieta como aliciente, como Invizimals, Dragons, Star Wars Rebels, Desafío Champions y otras. Esta explotación del modelo de revista infantil soportado sobre los éxitos televisivos o cinematográficos se retrajo y además mostró una estrategia probatoria reiterada: se practican lanzamientos de uno o pocos números para comprobar si la cabecera obtiene respuesta y si no es así es abandonada para probar suerte con otra. Así ocurrió en 2015 con Transformers. Robots in Disguise, Playmobil Girls, Stikeez o Pac-Man. En este grupo estamos contemplando también tebeos que han hibridado la ilustración con el cómic o con textos, de lo que cada vez hallamos más ejemplos en nuestro mercado, incluso entre autores consagrados como Juanjo Sáez (Hit emocional), Daniel Torres (La casa) o José Domingo (Pablo y Jane en la dimensión de los monstruos), por citar tres casos."

Los tebeos del siglo XXI en cifras. La industria entre 2001 y 2015

Más hercúlea es la siguiente hazaña, Tebeos del siglo XXI en cifras. La industria entre 2001 y 2015, aunque no soy capaz de decidir si constituye por hoy un descenso a los infiernos victorioso o no. Al menos en cuanto al lector aficionado que soy, ya que en cierta forma es todo mi paisaje (o una buena parte de él) contemplado en un gran cuadro. Y las cositas que se pueden ver en los trípticos religiosos más recordados por todos no producen un vértigo siquiera parecido a comprobar lo viejos, feos y culpables que nos estamos haciendo los consumidores de historieta.
Dentro de diez años, el día del orgullo friki podremos promocionarlo a partir de la frase: "¡Estoy hecho un chaval!". Al tiempo, os prometo que habrá camisetas para todos y que estas se venderán como rosquillas.
Y si sabes que las rosquillas no son exactamente donuts, ¡tú también tendrás tu camiseta!
A destacar los cambios en la periodicidad de nuestros tebeos, eso sí que es una mutación, comentados en el punto 2.2. Considerada esta una batalla más dentro de la guerra grapa versus recopilatorio en todas las charlas entre aficionados, es decir, el cuaderno frente al libro, en este estudio se ha logrado marcar el año 2003 como fecha de consolidación del formato libro en España. Aunque sin que se haya despejado la otra gran y empalagosa incognita:

"Pero está por saber si realmente ha habido un incremento claro de la presencia de libros de historieta en las librerías generales en los últimos años. Parece obvio que se han separado del resto en secciones al efecto, lo cual dota al cómic de mayor visibilidad en los grandes mercados del libro, pero también es innegable que no se han integrado con independencia de su contenido. Los cómics siguen segregados en las librerías en un aparte, aunque es verdad que lucen con lomos más gruesos en sus anaqueles."

También se aprecia la importancia del factor fílmico en la edición de tebeos. Ya se puede adivinar el incremento de las traducciones ligadas a este fenómeno. Aunque yo he prestado más atención a todo lo que se expone sobre la presencia de obra nueva producida en España, cuyo incremento se sigue fácilmente por medio de las estadísticas, y el tipo de colecciones (punto 2.6), monografías, lanzamientos únicos, colecciones seriadas numeradas o no, y lo que puede suponer la elección de uno y otro tipo de edición para editores y lectores. Demencial es el punto 2.9, Participación nacional, por los resultados que arroja al marcar los tebeos publicados en España en los que se acredita la autoría de algún autor español, y del que ahora mismo deben estar tomando buena nota tanto el que será pronto presi en los USA como quien quiera que vaya a gobernar Francia. Se trata de tebeos extranjeros, estdounidenses y franco-belgas, en su mayoría, la cifra resulta escalofriante. Y parece ir en aumento. La reflexión le cabe a cada uno. Pero sin duda se trata de uno de los puntos a destacar (está claro que los guionistas son los menos entre estos autores, por cierto).
A este estudio colosal creo que sólo se le puede achacar el no haber logrado que el apartado dedicado a las temáticas fuese algo más detallado. Ya que al parecer esto sería enormemente complejo, pues hoy pocos son los tebeos que pueden adscribirse de forma exclusiva a un único género o temática. Sin embargo no nos queda sino imaginarlo, esperando a ver con qué utensilios de dibujo podría representarse una gráfica en la que pudieran tener cabida este tipo de clasificaciones.
¡Qué utilizarán después de lo aparente que les han quedado lapiceros y pinceles en algunas de las estadísticas! (Cartabones, seguramente; digo yo, con esto de lo digital, que deben de haber quedado en desuso entre los dibujantes.)

A estos dos artículos le sigue en cubierta la recuperación del anemómetro de Antonio Martín: La industria del cómic en España.

La industria del cómic en España

Muy acertado acompañamiento para el número y el tema que ocupa su apartado monográfico por cuanto no puede ser más verdad que sólo se puede conocer midiendo. Y que es mediante la lectura de textos como este que un lector aficionado va a poder hacerse una idea sobre la atmósfera que le rodea. Saber de dónde vinieron los nubarrones y distinguir a los peces. Pues no se trata de un mero recuento de publicaciones y editores españoles, sino sobre todo también de las condiciones de trabajo de los autores y la subordinación del medio a diversos factores sociales, políticos o materiales, como de los muchos cambios (perdidas, olvidos, innovaciones, promesas) que en la historieta española y su industria se han producido desde finales del XIX hasta principios del siglo XXI.
Y es, como solía decirse, de obligada lectura. —Más allá de los credos y las variopintas ideologías comiqueras que cada lector maneje dentro de su casa o entre familiares y amigos.
Como coletazo final llegan los mordiscos en el aire de varios de los editores surgidos del abismo español entre los años 2005 a 2015. Una serie de convulsiones y dentelladas amorosas en respuesta a un cuestionario titulado: El nuevo amor por los tebeos. Editores españoles 2005-2015.

El nuevo amor por los tebeos. Editores españoles 2005-2015.

Ahí se puede echar un vistazo a los editores que accedieron a responder una serie de inocentes preguntas y los que no. Aunque, bueno,  en realidad el cuestionario no peca de ingenuidad ni es bobo y es muy cierto que se conduce inteligentemente en cada una de las cuestiones que se abordan. De hecho, si yo fuese editor no sé bien qué habría hecho al recibirlo, o si hubiera consentido en ser totalmente sincero. Se aprecia esto no tanto entre los que se han escaqueado (de los 29 convocados sólo acabaron participando 18) como en la utilización de recursos humorísticos en las respuestas dadas por algunos de los editores. El humor suele ser la última defensa de los hombres; vale, y también de los niños y de las mujeres. Sólo los bonobos parecen haber desarrollado una estrategia mejor, aunque no creo que nosotros debamos intentar imitarla hasta que el cambio climático esté un poquito más avanzado y logremos prescindir por fin de la moda y la ropa interior.
Aquí parte de la introducción, sacando el primer clavo a la tapa del ataúd (no sé si abombada; eso se sabe apenas al acabar de leer el texto completo y las respuestas de estos editores):

"No es fácil comparar los cómics que se hacen hoy en día con la historieta tradicional, la de “toda la vida”. No lo es porque no se puede hacer. Los modelos de creación, edición, producción y distribución han cambiado tanto o más que en otros medios de comunicación que exigen alguna tecnología para tomar forma. Méliès hacía maravillas, pero cualquier uso de los efectos especiales actuales supera sus balbuceos cinematográficos. H. G. Wells se lo pasó muy bien inaugurando los juegos de estrategia con Little Wars, pero no hay modo de comparar aquello con un MMORPG de hoy. McCay nos llevó en volandas por sueños de papel, pero las posibilidades que proponen los cómics contemporáneos llegan mucho más lejos. Van más allá de los sueños, sobrenadan la ficción y la vida."

Yo no digo más, que esto se lee de un tirón y vuelve a leerse otra vez enseguida que se llega a la última línea.



 
Dentro del apartado de miscelánea me quedo con el artículo de Roberto Hernández y su recorrido por las tiras de historieta cubanas publicadas en prensa: El destino de las tiras cómicas en la prensa cubana 1959-2015.
Y puede que en la elección no pese tanto lo que de exótico pueda tener para un aficionado español conocer no únicamente que se crean y dibujan historietas en otros países distintos de Japón, Estados Unidos, Francia o Bélgica, sino observar que, contra lo que creo que ha ocurrido en España, en otros lugares se han seguido publicando todavía hasta hoy tiras dentro de los periódicos de una forma u otra.

El destino de las tiras cómicas en la prensa cubana

Este estudio en avanzadilla cuenta con el suplemento de unas muy buenas muestras. El autor tampoco cae en el que pudiera haber sido un anecdotario amable o simpático sobre las distintas series y sus autores, entrando a considerar las carencias y los logros de estas obras por igual. Avante las derrotas que el medio tomaba en la isla, Roberto Hernández sabe trazar de la mejor de las maneras aquellos puntos que tal vez pudieran dotar de cierta especificidad a una tira o un personaje concretos y subraya para el lector desconocedor de las particularidades históricas y los usos sociales de los cubanos aspectos que de otro modo acabarían quedando fuera de su comprensión. De modo que constituye un placer seguir el artículo mediante una lectura que no exige retrocesos ni sufre de continuas y fingidas llamadas al pie que, como tantas veces ocurre, apenas suelen ocultar cierta incapacidad para la síntesis por parte de otros autores más habituados a chinchorrear con sus cuentos y  manías al lector aficionado que a ofrecer un verdadero análisis o comentanrio concienzudo y puntilloso sobre su material de investigación.
Por otro lado, ¿no resulta notable la cantidad de excelentes textos que sobre la historieta cubana llevan publicándose en Tebeosfera?
Yo quiero un libro sobre el medio en Cuba para ya.  Aunque saliese con barba...







Del cuerpo reseñístico de este número 0 de la tercera época de la revista web Tebeosfera tengo que admitir que no me ha asaltado el cerebro ni ha hecho que se le salgan los goznes a mi corazón. Porque, si bien Max y Tezuka son la clase de autores sobre los que siempre interesa estar informado, las obras que se reseñan no me parecen lo suficientemente estimables dentro de la trayectoria de estos dibujantes. (O eso creo yo.) Así la narración en torno al desarrollo del movimiento de los personajes del maestro de la historieta japonesa pueda constituir una vez más un acicate para la lectura de Alabaster, lo cierto es que el argumento y el desarrollo de esta historia resultan rutinarios incluso para su época; como, por otro lado, demasiado inconcreta, y nula, finalmente, queda la metáfora sobre la piel de un título y una sinopsis que prometían bastante más que lo que podían ofrecer. No obstante, de todos modos, la reseña de Francisco Javier López debería ser alabada por su precisión a la hora de valorar la creación de esta obra y al peculiar protagonista de la misma en su tiempo y lugar de origen.
Tampoco El tríptico de los encantados ha sido un tebeo que me haya traspasado. Más filósofico que puramente imaginativo en el abordaje de la obra que lo inspira, sigo, tras varias lecturas y ojeos de este tebeo, con la misma sensación de haber estado leyendo una guía onírica menos fascinante que encantada con la posibilidad de interpretar humorísticamente el absurdo razonable de los símbolos que en el Bosco han sido mapeados con mayor profusión. Aunque exista por lo menos un relato, casi adivinatorio, que mantenga el interés por la lectura más lineal y simple de la historia.
Admito que yo hubiera querido una fantasía, un verdadero movimiento de estos adeptos a la sangrienta batalla contra el tiempo, porque en parte estoy enfermo. Pero Max ya no parece estar dispuesto a retratar encierros para la aventura tan ordinarios.
La reseña está tan bien medida como es costumbre en quien la escribe, y no se vuelve fatua ni patufética como a veces ocurre cuando la crítica se encuentra (o tropieza) con un autor incuestionable.

Reseña de Alabaster, Tezuka: Rebelión contra la belleza

Reseña de  El tríptico de los encantados, Max: El Bosco según Max. La farsa del mundo

[Descanso de dos minutos para ir a comprar unos chicles. O gritar desde la terraza. —Nada de salir a fumarse un pitillo como hacéis en Fasteburro.]

YO TAMBIÉN: Participé del boicot a ExpocOmic 

Pero platónicamente, vamos. De haber podido ir... ¡Hasta pagando la entrada!
Así que este año tuve que conformarme con la comuna de hippies de la Asociación Cultural Tebeosfera y su guateque anual  —¿¡y desde cuándo sé escribir yo "huateque"... Invasión de los ultracuerpos, invasión de los ultracuerpos, invasión de los ultra...— donde de puro capitalismo pude hacerme con mi ejemplar del libro que tocaba leer esta temporada tebeística otoño - invierno 2016, más un par o tres de abrazos gratis. Como para no echar de menos ExpocOmic.
No puedo hablar de los aspectos judeomasónicos ni entrar en detalle de cada uno de los temas austrohúngaros que allí en la asamblea-contubernio de Madrid se trataron. Aunque hay algunas fotos en Pinterest muy ilustrativas de los rituales y sacrificios humanos que llevamos a cabo los socios que acudimos a la convocatoria; lo de los baños de la biblioteca tenía mala pinta ya antes de que llegasemos nosotros. Por lo que, y debido a una serie de disposicioness contractuales que pondrían precio a mi cuello, me conformaré con recomendar la compra de un libro (a esto no hay cláusula que me obligue):


Tocó en suerte una segunda entrega de Memoria de la historieta, libros teóricos sobre las series, publicaciones y autores españoles que son patrimonio de este medio y objetivo de la atención de esta colección. Pulgarcito, El DDT, El Coyote, Sissi, Lily y Esther, Patufet, Trinca; con Manuel Barrero y Alfons Moliné, Álvaro Pons, José María Conget, José Joaquín Rodríguez y Paula Andrea Sepúlveda, Jordi Riera, Rafa Marín. Desde luego, puede decirse que al que no le suenen estos títulos y nombres tiene su reino muy lejos del mundo de la historieta y de los tebeos.
Para quienes no conozcan la colección, unos breves apuntes:

Edición exquisita.
Cartoné del bueno con lomo curvo y cuidada maquetación y diseño de todos sus contenidos, buenas y abundantes ilustraciones, y sin un apuro a la hora de diferenciar secciones, apartados, capítulos, notas, bibliografías e índices. Cubiertas, y sobrecubiertas, ilustradas por Kim (creador de Martínez el facha, entre otras cosas) continuando en cierta manera la ilustración también doble de portada que dibujara Paco Roca para el anterior libro de Memoria de la historieta.

No sorprende encontrar a Fernando Savater como prologuista en una publicación dedicada a las revistas de historietas juveniles como esta, pues pocos intelectuales que gocen de tanta estima y notoriedad públicas han podido declararse lectores de tebeos en España con más naturalidad y durante más tiempo (ya irá para cincuenta años, lo menos) que el escritor y filósofo donostiarra. Aunque breve, el prólogo resulta tan atinado que sería puro vicio desear que fuese más largo. Sin embargo, lo que hubiera estado bien para un lector que no lo fuera habitualmente de historietas, puede acabar resultando escaso para un aficionado ya muy entrado en páginas de tebeos, o con la sesera llena de ellos, como me ocurre a mí, que hubiera esperado más de un filósofo que tanto ha escrito por y sobre los jóvenes y la aventura.
De todas maneras ahí está Rafa Marín para arreglarlo. ¿El anillo en el agua?
No creo que sea casual que tras el prólogo me diese por seguir leyendo precisamente el capítulo último de este Tebeos. Las revistas juveniles titulado: Trinca: alba de España. Aun siendo de entre todas las publicaciones a estudio la que mejor conozco. Por no decir que Trinca es la única que realmente tengo a mi alcance conocer con cierta profundidad debido a su relativa cercanía en el tiempo y, no menos importante, en comparación al resto de revista tratadas, por el escaso número de entregas que componen esta colección siempre tan bien referenciada por críticos y divulgadores.
La forma en que aborda Rafa Marín su acercamiento a la revista Trinca resulta chocante en un principio, aunque acaba mostrándose muy conveniente por lo persuasivo de las formas que emplea aquí un crítico tan avezado como él para encontrar cada vez una palabra o frase distinta, quizás en principio demasiado contundente, casi decisiva, capaz de abarcar las bondades y los despropósitos de una obra o de un autor. Así, entre un poco de todo, los datos necesarios, los improbables y lo circuntancial acaban sumándose con ánimo de memorialista:

¡ERA LA HISTORIETA, ESTÚPIDOS!

Lo pretendieran o no, lo disimularán o no, TRINCA era una revista de historietas. Y esas historietas, en medio de aquella batalla entre lo que era tebeo o lo que era cómic, son lo que ha quedado para nuestra particular historia. O, al menos, parte de aquellas historietas.
Como casi todas las revistas que vendrían luego, quizás como muchos de los títulos que vinieron antes, TRINCA tuvo el problema de rellenar un montón de páginas con materiales de diversa índole que no siempre estuvieron a la altura. Baste recordar, en fechas posteriores, las muchas historias de relleno que conformaron otros títulos del imaginario colectivo de la Transición: díganme ustedes si hubo unidad temática o política editorial en Tótem o sus revistas hermanas que no fuera meter en un cajón de sastre toda la ingente cantidad de material que no había llegado a España desde Argentina, Italia o Francia.
Lo mismo sucede en TRINCA, y hoy podríamos achacar al desconocimiento de lo que supone la calidad de una historieta o a la necesidad de contentar a públicos que no se han medido la enorme diferencia que hay entre unos autores y otros, entre unos personajes y los demás. Hasta cierto punto, TRINCA es una revista autárquica que se nutre prácticamente de autores españoles [...] algunos de ellos consagrados, otros desconocidos, unos principiantes y otros con años de bagaje a sus espaldas. El problema que hoy se encuentra (y que quizá se encontraba también entonces: no hay más que ver las cartas de los lectores) es la falta de una política editorial [...] Si se supone que es una revista para jóvenes , sobran alguna páginas chuscas..."

No deja de ser una muy buena forma de dar a conocer la historia, y la historia de Trinca de paso, para quien hasta ahora no la conozca. Son este tipo de artículos los que acaban subiendo el precio de los tebeos en las librerías de viejo y las paradas de nuestros festivales. 
Y así lo que nos dan los críticos por un lado, nos lo acaban sacando del bolsillo los libreros por el suyo. Va a ser que ya no hay manera de completar colección ninguna.
Algo más marcial se muestra en el uso que hace de los datos, fechas y fuentes que maneja para el análisis de la revista catalana Patufet el estudioso Jordi Riera en su artículo: Patufet, cuando la nostalgia se hizo tebeo. (Otro acierto.)
Es, por supuesto, una publicación de la que apenas sí sabía dos cosas hasta hoy: que se trataba de un tebeo, y que se trataba de un tebeo catalán en catalán. Pero bromeo, claro. Aunque en realidad nunca haya tocado un ejemplar de Patufet. Ya que a poco que se inicia el texto de Jordi Riera, por más que la descripción que se hace de los contenidos de Patufet me hacen imaginar que su lectura no acabaría de alimentar el cuerpo de un lector moderno, se sienten verdaderos deseos de que a uno le tocase un número (y no de la lotería navideña) en suerte. Pues si algo queda en claro es que, más allá de la deriva de la publicación y la lucha interna entre modernización y anquilosamiento, se trata de una revista histórica. Preeminente y digna de estudio en múltiples aspectos, incluso sociales, a la que además habrá que tener siempre en cuenta al tratar de ciertos autores. Algunos a los que nunca hubiera sido capaz de relacionar con esta publicación. 
Gusta hasta desear que el artículo fuera más extenso por lo menos en cuanto a los comentarios sobre la series y personajes, fueran estos pocos o no, con independencia de su importancia en la trayectoria de Patufet. Pero por puro vicio, otra vez.
José María Conget y José Joaquín Rodríguez y Paula Andrea Sepúlveda reman hacia la aventura y el universo femenino de los tebeos  con la revista El Coyote y Sissy, Lily y Esther, respectivamente. 
Por desconocida, y también porque se nombraba en alguna novela, esperaba con ganas el artículo sobre El Coyote. Y lo cierto es que, dispuesta al examen de José María Conget, tengo claro que por haberla visto referenciada como una publicación mítica entre bastantes aficionados y divulgadores se me hacía una revista  más misteriosa de lo que al final ha resultado ser. No obstante, a mis ojos las abundantes muestras de las series que alojó continúan levantando un cierto aire de misterio: unas, las extranjeras, por saber ya de ellas sin llegar a haberlas leído jamás; las restantes, y no tanto las humorísticas como las policiales y los westerns, para poder por lo menos hacer aprecio del trabajo de algunos pocos dibujantes bien conocidos. ¿Es tan curioso que no exista casi que ninguna revista a la que no se le pueda dar una vuelta más todavía? 
Se trata de un artículo extenso que permite enfrentar El Coyote con otras de las revistas que en su tiempo, a la vez que ella o un poco antes, pudieron competir por una determinada audiencia, los jóvenes e incluso adultos que todavía encontraban en los tebeos un lugar de esparcimiento en el que diluirse por unas horas. Se examina su relativo éxito y su fracaso final encontrando (creo, aunque se diga lo contrario) en cierta medida las razones para uno y otro en los propios contenidos de la revista. La figura literaria del personaje que le da título y su adaptación a la historieta es repasada detalle a detalle confrontándola a veces con su base novelística. Pero sin olvidar su evolución gráfica, con fechas, nombres de los autores que intervienen, salen o entran en cada fase y en sus historias más destacadas. Las series, y son muchas, que ocuparon las páginas de El Coyote son divididas por el crítico por sus temáticas, atendiendo muy especialmente la presencia de determinados autores. Sin duda las prendas historietísticas que más nos sorprenden a los lectores que no estuvimos allí para asisistir en tiempo real a su descubrimiento son algunas de las policiales y bélicas, aunque, también, las pertenecientes a una cierta forma de ciencia ficción como de ropero, por lo absurdo y tosco de su concepción y argumentos. José María Conget no tiene reparos en distinguir las historias que aún son aceptables, o lo fueron en su día, de aquellas que resultaban descabelladas incluso desde el primer momento de su concepción.
Importantes autores trabajaron sus lapices con mejor o peor fortuna en esta publicación de aventuras, y parece que incluso aquí encuentran parte de su fama y fortuna algunos de ellos. De la aproximación entre unos y otros, de su futuro y de su pasado, así como de las series y el posible contraste entre unas y otras da medida el texto.
Será complicado refinar todavía más cualquier otra aproximación sobre la misma revista después de El Coyote o la madurez solitaria. (Pero estoy abierto a que, por lo menos, se me regale a cambio de nada aquel libro de imágenes y magisterios que EDT dedicó a esta misma revista hace nada.) 
Lo siguiente era..
Yo leía Lily y Esther de chiquitín. Reconozco a sus protagonistas y personajes, desde luego. Pero no sé ni cómo o de qué manera me acuerdo de ellos, pues de las tramas de sus historias (y las pude leer por millares) no recuerdo ni un resbalón. Nada. 
Por eso me resulta tan enormemente interesante el hilo sobre el que tejen su aproximación a estos tres tebeos para chicas José Joaquín Rodríguez y Paula Andrea Sepúlveda en: Sissi, Lily y Esther: hijas de su tiempo. 
Como hasta cierto punto puedo decir que conozco, porque por ahora siguen siendo más baratos que otros tebeos para niños con barba y bigote, revistas y colecciones como son Serenata, Romántica, Rosas blancas, Gwendolyne, Claro de luna, o la propia Sissi, sufrí de cierta desconfianza al ver el título de este artículo. Me parecía, confieso, que era querer abarcar demasiado. Pero tampoco podía adivinar yo, Stan Lee me perdone, mediante qué método o en qué manera afrontaban el estudio de estas revistas. Y tengo que decir que ahora sí que estamos perdidos, es demasiado tarde para secuestrar nada. 
¡Preparaos a pagar un alto precio por el próximo número de Sissi, Lily y Esther (Gina y Jana no creo que sufran de ningún aumento en su cotización, ya que son lo suficientemente aburridas para que no les pase nada parecido) que compreis!
El estudio abarca un período muy dilatado, entre los años de 1958 a 1985, con el nacimiento de Sissi y la desaparición de las revistas Lily y Esther a un extremo y otro. Que, sin embargo, y al tratarse publicaciones editadas todas ellas por una editorial tan poco dada a grandes tranformaciones como Bruguera ya en ese tiempo, resulta más interesante a la hora de profundizar en la visión y las ideas que sobre la mujeres se difundían a través de sus historietas y distintos contenidos.  De hecho los autores se apoyan muy reflexivamente en todo a cuanto a día de hoy se suele reconocer sobre los mecanismos editoriales en Bruguera y la disposición de sus editores respecto a la comercialización y explotación de cabeceras, obras, personajes y equipos creativos. Y, realmente, desconozco si alguien pudo hacer anteriormente algo parecido con la total seriedad y cuidado como creo que se ha concebido aquí.
Aunque de forma breve, se comienza por presentar la situación de la historieta dirigida al público femenino español, y su presencia en otros países, con anterioridad al nacimiento de Sissi. Tomando en consideración para el lector distinguir entre las distintas colecciones derivadas que con un título parecido o similar irían surgiendo y sus distintos contenidos, y también, en ocasiones, por lo que implicaba a estos su adscripción a una franja etária concreta, más infantil o netamente juvenil o adolescente. Incluso adulta. Con auxilio de varias imágenes y el comentario correspondiente a pie de texto. 
El mismo seguimiento tendrán Lily y la serie Esther. Ligando los argumentos de las historietas y la caracterización de sus personajes con determinados usos sociales y hasta referentes musicales o cinematográficos que sirven para poner de relieve a la sociedad misma englobada como sustrato de las historias y mensajes que traspasan a lectores y creadores (o a los redactores de las secciones de correo, divulgación y amenidades) mucho más allá de cualquier dirección implícita o figurada. 
Tampoco se dejan de considerar aspectos gráficos ligados a la composición de las historietas. Pormenorizando al detalle por ejemplo la manera en que va a cambiar el tipo de concrección que sobre el dibujo se aplica alrededor de una idea de la belleza femenina muy determinada y cómo se va a imponer en cada época, así como el grado sensualidad con que resultaba admisible dotar a los personajes. El comentario que se dedica a los comportamientos y la relación entre los personajes masculinos y femeninos es tan importante como la reflexión que propicia el examen de las diferencias que podían encontrarse entre las historietas creadas en el extranjero y las que eran producidas directamente por Bruguera para sus revistas. Así como las condiciones de producción de algunas de las más exitosas de estas y el intento dificultoso de discernir al público que accedía a su lectura debido a la escasa diversificación de este tipo de publicaciones.   
Pero, bueno, esto no son más simples picoteos (a lo mejor ni los más importantes) de algo mucho mayor que tratan bastante ampliamente José Joaquín Rodríguez y Paula Andrea Sepúlveda en su artículo. Y que quizás ya de por sí sería digno de ampliarse en un libro específico en el futuro. Temblamos por ello. (Hablo también por mi gato, ¡qué pasa!)
El DDT contra las penas. Un retrato de la sociedad española, de Álvaro M. Pons, el hermano M(alvado) del Álvaro Pons bueno al que todos conocemos por La cárcel de papel, me supuso una lectura mucho menos dulce por cuanto no sé qué es Rico Tipo
Vale, algo sí, la tengo por una revista argentina que sale en el libro de Trillo y Saccomanno; cualquiera como yo ha podido alcanzar a leer por lo menos cuatro cosas sobre su mantenedor y sus artistas, pero sin pasar de ahí. E incluso habrá escuchado referir a alguien posiblemente el parecido modelo entre una y otra publicación. Pero sería necesario poder acercarse algo más ingratamente a la revista argentina que se supone toma como referente una siempre para mí brugueresca publicación como El DDT para no evitar pasar la vergüenza de abrir demasiado ampliamente la boca y mostrar nuestro más mero y burro (carne sobre pescado) desconocimiento ante la tesis sostenida por el crítico. Sí se ofrenda una minúscula declaración sobre la intención adulta de sus contenidos y el obvio parecido del diseño de portada y los logotipos, así como el particular y especial motivo del que hizo emblema Rico Tipo al presentar a la mujer en portada con cierta sensualidad. Que parece ser el mismo que copia más recatadamente pero continuando una línea de humor parecido EL DDT. Aunque no tanto en lo referido a los contenidos de ambas revistas debido a la tradicional divisa humorística española del momento según la cual más o menos todo debía medirse por aquel: "dentro de lo que cabe". Y es esto lo que se me da, junto a la declaración de un colaborador de Rafael González, para que crea o deje de pensar en contar mis limones. Por suerte esto te mantiene ocupado sólo por tres páginas, y, enseguida, el camino se irá bruguerizando hasta que la editorial fulmine su revista como se hace con una mosca.
Pons es prolijo en detalles, exacto en las referencias y el retrato que va haciendo al presentar las series y personajes al punto de distinguir la especificidad de los contenidos humorísticos de El DDT y hasta dónde comenzaban a diferenciarse de los publicados por otras de las revistas de la misma casa. Nuevamente, las muestras y los ejemplos gráficos resultan ilustrativos acompañando el análisis sobre los apuros y el proceder de los Amapolo Nevera, Apolino Taruguez, Doña Tula u otros de los protagonistas de unas historias nacidas del reflejo de la necesidad y la probreza moral con que por fuerza convivían los españoles. 
Los cambios y etapas que la revista atraviesa son comentados sin mayor complicación que la que supone relacionarlos con las mismas mudanzas que va a sufrir la editorial con los años. Como los abandonos de algunos veteranos dibujante y el ingreso de otros nuevos autores a la plantilla  de colaboradores que supuso el lanzamiento de Tío vivo, también la entrada de un nuevo coordinador y la creación de grupos de trabajo que acaban por diferenciar la revista muy claramente respecto a su etapa inicial. Además de los cambios legales que de modo definitivo despejarían cualquier posibilidad por lejana que fuera de cultivar un humor adulto para la revista. Así que los que no dispongamos en nuestros armarios de suficientes números de este EL DDT contra las penas comprendidos entre los publicados de 1951 a 1957 lo tenemos muy jodido para sobrevivir a cualquier clase de apocalipsis televisivo que se nos presente. 
El gato gordo de este segundo número de la colección Memoria de la historieta vuelve a recaer sobre las espaldas de otra dupla de artistas, como lo fuera en el primer libro, aunque cambie uno de los novios: Manuel Barrero, y para esta ocasión, Alfons Moliné.
Algo menos de 130 páginas dedicadas a la revista Pulgarcito, bajo el título Pulgarcito, columna vertebral del tebeo español del siglo XX, que pese a su peso no ha acabado de sepultar a sus autores. De estómago recio como para soportar también tantas imágenes que aquí se nos ofrecen de un Pulgarcito en el que llegó salir hasta una burra conocida por Nicolasa que mataba moros a golpe de sable. Y ahora ve tú a contar esto por ahí como una persona normal va al bar o a una terraza. Sigue viviendo si puedes.
Lo peor es que cuando acabas la novela no te dicen si ganó TBO o Pulgarcito.
La vela se les hinchó y combó no se sabe bien el número de veces desde que empezaron como un periódico para niños hasta convertirse en un tebeo algo más genuino tras la Guerra Civil. Más de sesenta años en los que cambió su rumbo hasta extremos inimaginables según avanzaba el propio medio, con una competencia brutal a lo largo de épocas muy distintas y diferenciadas por su contenido, presentación, y regularidad de aparición.

En el comienzo de la posguerra Bruguera era todavía una empresa pequeña que contaba tan sólo con tres máquinas de impresión automáticas planas y tres de la marca Minerva, según recogió Bermejo Martín (2015: 458). Percatémonos de la poca potencia técnica —y por lo tanto como negocio de la editorial en este momento si comparamos sus talleres con los de Sucesores de Ryvadeneira, que según el Boletín Informativo del Sindicato Nacional de Papel, Prensa y Artes Gráficas de abril de 1943 contaban con diez rotativas, tres máquinas litográficas en color, dos de huecograbado en color, veintidós máquinas planas, veintinueve linotipias, tresmonotipias, cuatro fundidoras y hasta un taller de fotograbado.
No poseían maquinaria pero a los hermanos Bruguera les sobraban aspiraciones. Se habían planteado altas metas y fueron preparando el camino para fortalecersu empresa: en 1945 se asociaron con un estudio publicitario llamado Crisol para que gestionase la promoción de sus productos y para agilizar la producción creativa pusieron en pie una división editorial, a la que llamaron Creaciones Editoriales y a través de la cual fueron registrando todas y cada una de las páginas que se elaboraban  en la redacción con destino a sus revistas...

Y a esto apenas se llega al comenzar la mitad de la novela, digo, del articulón. Aunque, en realidad bastante antes, cuando al bicho todavía le llaman El Gato Negro y estando por el ratón de la novela popular y la prensa ilustrada, nos cuentan de qué extraña manera, como a escondidas, se va ir creando la historieta en España. Según un poco al parecer de los editores (o más bien a veces impresores metidos a) y los autores, pero casi más por el público. Disparándose el consumo de prensa y libros entre las gentes más comunes. Con una invasión de semanarios ilustrados que tomaban las calles al poco del fin de la I Guerra Mundial. Asusta leer la descripción de Pulgarcito en 1921, aunque no que se llame "pretebeo" por su escasez de imágenes. Y es fascinante seguir las estrategias de sus editores en pos de la fidelización de los jóvenes lectores a costa de ensalzar la chaqueta de quien tocase en cada momento sin que, por otro lado, esta necesidad de la publicación denotase una carga ideológica cualquiera.
Los avances que dentro de la historieta se van produciendo ajenos o no a la introducción de esta en Pulgarcito se siguen con interés creciente. Todos ellos comentados con meticulosidad, y con la grandeza que dan los muchos ejemplos de portadas de la propia revista, pasando por un riguroso conteo de sus colaboradores. Hasta poder llamarlo un "verdadero tebeo" a la altura de su número 603 (cuya portada además ocupa toda una página) y poder continuar con el análisis de sus contenidos, de lo infantil o de la crueldad de sus historias. Los cambios en la dirección de la editorial, la procedencia de los materiales y la introducción de nuevas temáticas o su repetición.
Pero esto se hace demasiado largo, podría considerarse Pulgarcito, columna vertebral del tebeo español del siglo XX uno de esos textos que sería obligado grabar en un disco para hacerlo saltar hacia el espacio. ¡Lo que se iban a divertir (y asustar) los marcianitos!   Claro, hombre, la novela llega hasta Zeta y la desaparición del Pulgarcito que todos creemos conocer hasta que leemos aquí eso de...


Ficha del librazo en el: Gran catálogo de la historieta

2 comentarios:

  1. olá,

    sabe algo sobre Trotamundos (HQ mexicana/TBO mexicana)?

    https://issuu.com/scanscomics/docs/invictus

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    1. Estonteante história!
      A fim de determinar a sua nacionalidade ou origem o melhoer seria talvez procurar a ajuda de críticos mexicanos como Juan Manuel Aurrecoechea.

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Desde aquí hasta el final todo es cuneta.